martes, 11 de diciembre de 2007

Encierro


He perdido el sentido de esta prometedora oferta que había conseguido obtener hace un par de meses. Le había otorgado el valor que se merecen estas cosas valiosas en la vida de un hombre, pero en estos días ya ni quiero pensar en lo que sucedería, si me falta lo único que me mantiene en pie, y no agonizando de pena. La idea de seguir una idea cualquiera que rebota en la cabeza y se bulbucea luego como cétaceo, para caer al piso siendo baba. Seguirla adonde sea, y como fuera necesario, para encerrarla en la mente y luego uno en una aburrida casa. Recoger todo lo que sea posible en una burbuja y creer que es una buena oferta. En realidad es pura basura. No escribo para nada bien, es sólo un mecanismo para sentirse y verse distinto; soportar el encierro de otra forma, eso es todo. Pero eso es algo. Romper con el sofocamiento que siento cuando miro el calor sobre las piedras, el condenado calor sobre las plantas; mirarlo con todo el tiempo del mundo para que llegue la noche y mirar la oscuridad sobre las casas, la condenada oscuridad sobre los árboles. De cualquier forma, todo es problema del encierro. Me hace olvidar que poseo una prometedora oferta y me condena a un aburrimiento de la mierda. Sí, tengo todo el tiempo del mundo para escribir, pero se me van las ideas. No es como yo quiero, es como quiere el encierro que sean las cosas; la muerte, la locura, la claustrofobia, la envidia,todo es porque el encierro quiere que sea así. Y sí, podría salir, pero nada allá fuera me entretiene. He decidido moverme sólo cuando la idea se me escape y haya que seguirla, no lo haré para evitar el encierro para creer que tengo calle y experiencias varias. Es la situación de un ser humano que se asfixia cuando las personas se acercan demasiado; me hacen gritar deveras; es una paranoia. El encierro es despreciable, me ha quitado las ganas y no puedo recuperar las ideas. Necesito rutina y conciencia laboral, porque la inactividad me aburre; es preferible estar ocupado en algo y no pensar en nada. El encierro es despreciable porque hay muchos fantasmas que andan rondando y no me dejan respirar con tranquilidad. El ensimismamiento se ha a poderado de mí como una enfermedad, me hace gritar, patear y llorar por personas que antes no recordaba. El encierro me está quitando las ideas una vez más.

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