jueves, 24 de enero de 2008

"Moliné"

boomp3.com



Lo último que alcanzo a escuchar de su voz, me sirve para amortiguar el golpe de mi cabeza en el pavimento, mientras trato de recordar todo lo posible de sus facciones, para reconocerla luego. Mis ojos se cierran y sueño tres noches seguidas con el reencuentro. La he perdido de vista, y trato de mantener la calma, a pesar de esta extraña ansiedad de reconocer su voz en el aire. Debo resolver el misterio de la luz parpadeante en lo sueños y las canciones que se escuchan a lo lejos. Cómo olvidarla, es imposible. Si cuando pienso en ella todo cobra sentido, caigo en un profundo estado de máxima expresión y quisiera cantar Moliné Moliné a todas horas. Es inolvidable aquella mujer, pero qué puedo hacer para reencontrarla, difícil tarea me parece.

“En busca de Moliné”

Al abrir un papel enrollado que tenía en el bolsillo de mi pantalón negro, di con un mensaje borroso y enigmático que decía: “Búscame”. No todos los días se me había presentado la idea de una búsqueda sin motivo alguno; ni siquiera como propósito de huída de la rutina. Releí el mensaje cuantas veces pude, primero para buscar en mi mente el origen de ese papel, y segundo, para recordar lo que habría de buscar al salir por la puerta. No recordaba nada. Ni siquiera el tiempo que debió permanecer enrollado ese papel en el bolsillo perro de mis jeans negros. Traté de recordar en todos los rincones de la casa y en todas las posiciones corporales posibles, tal vez así llegaría una señal o una imagen especial. Nada. Cuando trato de recordar un episodio de la vida, una idea o un nombre en particular y no puedo hacerlo, paso horas en constante sufrimiento como si me arrancaran de cuajo una parte de mi cerebro. Entonces no recordar algo tan importante como una búsqueda, era un enorme dolor de cabeza. La tarea era difícil, no sabía a quién debía buscar, ni dónde buscarlo.
Decidí olvidar por unas horas el asunto. Volví a mis pensamientos habituales para recuperar el aire; doblé el papel y lo guardé en el bolsillo otra vez. Opté por descartar búsquedas míticas y criminales, tan sólo esperé a qué todo esto se resolviera de algún modo, sin perder la cabeza.


“¿Quién es Moliné?”

Al anochecer, recibí una sorpresiva llamada telefónica que me sacó de cualquier cavilación pasada y me puso en un mapa que antes desconocía, y que ahora, me resultaba lo más familiar. Era una deliciosa voz que resonaba como eco en mis tímpanos y se traspasaba a todo mi cuerpo como una onda extraña. La escuché por varias horas con el teléfono pegado a mi oreja derecha; mi mente se fue a volar a otros mundos, mientras la saliva se secaba en mi garganta. Moliné se quedó eternamente en mi oído, luego colgó y yo caí sobre un montón de piedras blandas a la orilla de un volcán. Es a ella a quien debo encontrar, no puede ser de otro modo. Moliné escribió ese papel de una manera inexplicable, pero cierta; quizás con el afán de tranzar ideas y melodías, no lo sé. Moliné había colgado y yo me disponía a salir por la puerta para buscar alguna pista que me llevara hasta ella. Su voz aún resuena en mis tímpanos como una colección de buenas canciones del recuerdo. Decido buscarla por todas partes, en todos los rincones y laberintos de esta cuidad maldita. Me dejo llevar por su voz entre los callejones oscuros de la memoria, mientras una luz parpadeante me sigue como señalándome una salida. El público expectante quisiera resolver el misterio de tu identidad al igual que yo Moliné, pero eso está lejos de suceder, mientras no encuentre el rastro de tu llamada nocturna.

El último esfuerzo para llegar a ti, Moliné”

Una segunda nota había encontrado en otro bolsillo, cuando ya me disponía a olvidar esta locura: “El último esfuerzo” En verdad, mis fuerzas se habían debilitado con los días al no encontrar respuestas, ni recibir llamados de Moliné. En realidad era necesario un último esfuerzo para llegar a ti, al encuentro definitivo; así podría comprobar las innumerables teorías acerca de ti y de la deliciosa voz que permanece en mis oídos. Sin titubear, busco en todos los bolsillos del mundo, una dirección a la cual llegar o un número telefónico al cual llamar. En los bolsillos de una chaqueta encuentro una tercera nota: “sigue la luz, y nunca jamás mires hacia atrás” y más abajo una dirección y un número. Decido llamar, tal vez Moliné me responda y al fin pueda conocerla, Nadie contesta, así que me dirijo hacia el otro extremo de la ciudad, para llegar al punto exacto que señala la dirección.
No sé cuántas horas, días o semanas habré viajado, pero la simple idea de encontrar a Moliné, rompía con cualquier sensación asfixiante de tiempo, para mí habían sido segundos y centímetros nada más. Busqué la calle y el número que aparecían en el papel. Llegué hasta una casona de color verde, con una sola mesa y un quitasol en el jardín. Entré con el nerviosismo a cuestas y me senté a esperar que algo sucediera. Moliné debía llegar en cualquier momento. Pasaron minutos, horas, días y años, pero sabía que la búsqueda terminaría de una manera feliz, sin sangre y con muchas flores en el cemento gris. Entonces ocurrió lo inesperado. El reflejo de una luz me encegueció; una diminuta lucecita salida de un pequeño espejo de color azul, en las manos de un niño. Intenté con las manos detener su efecto, y así conocer el rostro del infante. No pude. Cuando quise levantarme, unas manos tibias y aromáticas me taparon los ojos. Era Moliné. La luz se detuvo de un momento a otro; escuché dulces risas y pasos. Moliné me habló al oído. Caí en un profundo sueño. Esa última palabra me sirvió para amortiguar el golpe de mi cabeza en el pavimento. Jamás pude recordar las facciones de Moliné, sólo aquella diminuta luz que salía de un pequeño espejo azul. Aún sigue siendo inolvidable aquella mujer, que habita dulcemente en mis oídos.

martes, 22 de enero de 2008

Sueño: "El caso de un padre muerto"


No me quisiste decir que tu padre había muerto, al menos no quisiste que lo creyera. Nunca sabré por qué. Así que salí en busca de su paradero; si lograba encontrarlo quizás mi suerte cambiaría. Tú sabes lo que querían de él, por eso rehusaste en darme algún nombre o una fecha especial. Destruí tu matrimonio, lo sé, pero mi pellejo estaba en juego y debía controlar a tu padre a toda costa. No quisiste saber en que estaba metido, tan sólo fuiste en busca de sus documentos en los antiguos barrios donde vivían. Te seguí sigilosamente para que en un momento determinado me entregaras todo. Su historial, sus huellas, sus errores, los tuyos, como dejarte seducir por la emotividad y señalarme el camino para obtener lo que deseaba. Si lo capturaba vivo, lo haría hablar para que me dijera las cosas que mis oídos debían saber acerca de todo este asunto, y mi libertad. Si lo encontraba muerto, al menos ya no sería una molestia para mis superiores, pero necesitaba respuestas. Entras a una casa abandonada sin darte cuenta de mis pasos y mi excitada respiración con toda esta historia. Te espero un par de minutos, no pretendo aún aprisionarte ni amenazarte de ningún modo, sólo quiero que me muestres los motivos de tu desesperada búsqueda. Oigo unos disparos, sales corriendo y no me divisas tras unos autos descompuestos a la orilla de la avenida. No pretendo saber a quién has matado ni qué relación tiene con todo esto. Te sigo apresuradamente por las siguientes cuadras en dirección al sol. Doblas en un callejón, hasta empalmar luego al final con una solitaria calle llena de árboles en ambos costados. No me preocupo por conocer qué tipos de árboles son aquellos que marcan el cuadro de la escena. En fin, te detienes en la mitad de la calle y enciendes un cigarrillo de espaldas hacia mí; llevas contigo una billetera negra con fotografías y documentos acerca de tu padre. Estoy seguro que aquí se oculta, en alguna de estas desoladas casas, así que decido actuar con cautela. Al avanzar de un momento a otro, te das media vuelta y me apuntas con tu arma. No quise destruir nuestro matrimonio, pero mi pellejo estaba en juego, debía permencer con vida para encontrar mis respuestas. Tú ya estás enterada de todo esto. Mi desesperación no consigue nada, ni que bajes el arma, ni que tu padre muestre señal alguna. Entonces me disparas en el hombro izquierdo y caigo al suelo. Mis ojos se cierran. Por unos segundos pierdo la conciencia. Cuando desperté tú estabas encaramándote a uno de esos árboles. Pensé que querías saltar hacia el techo de una casa. Te pasabas de un árbol a otro esa solitaria callejuela, tal como te había enseñando tu padre desde niña. Decidí seguirte herido y todo. Dificultosamente encendí un cigarrillo y luego saqué mi revólver. Caminaba lentamente, mientras trataba de apuntarte pegado al pavimento. La sangre me corría bajo la camisa azul que llevaba puesta esa tarde; casi anochecía, era un bello atardecer de otoño. Las hojas secas propiciaban un sincero desenlace final. Cuando saltaste al último árbolde la cuadra, casi llegando a la esquina, pude ver a tu padre que te esperaba en las ramas más altas. Lo vi claramente con su camisa blanca metida en el pantalón, afirmado con un cinturón de curo café. La misma imagen que tenía en mi cabeza la última vez que lo vi hace cuatro días. Entonces te apunté con el revólver, simplemente por sacarme la rabia de mi herida, y te disparé. Con el impacto de la bala se cayó mi cigarrillo de la boca y luego tú segundos después sobre las hojas secas. Tu padre desapareción junto con el humo que me rondaba la cara. No me quisiste decir que tu padre había muerto, al menos no quisiste que lo creyera, sin saber por qué. Y tú siempre lo supiste, tan sólo buscabas su recuerdo y yo un pasaje para entender tu huída de nuestra casa. Alguien tendrá que hacerse cargo de tres muertos en tan sólo una semana.

domingo, 20 de enero de 2008

"Bajo el agua"


Sumergirme lo más hondo que pueda bajo el agua, es una idea que pocos comprenden como la real cuestión que significa. No es fácil contener la respiración y mucho menos soportar la temperatura del agua, pero la idea está ahi sujeta a una constante pregunta: ¿Qué es el mundo bajo el agua? Cada vez que me sumerjo en aguas quietas, y contengo la respiración por un minuto, ese tiempo no parece significar nada en la superficie, pero bajo el agua es diferente. Se trata de acceder a un dimensión donde toda imperfección de la vida terrestre es superada; el mundo alienado, es un mundo de ideas y las palbras sólo sirven para descifrar el mismo lenguaje, pero sumergido bajo el agua. Si pudiera contener la respiración por más tiempo, el mundo de lo tangible tal cual se me presenta en la rutina se rompería, estaría libre de la angustia temporal de los días, los meses y los años. No envejecería, al menos no tan rápido. Cambiaría ese pedazo de realidad que me han dejado como chatarra, estaría libre de toda condena.


Si eso puedo lograrlo en aguas quietas, sumergirme en el mar es otra cosa. Ese es el universo. La perfección cósmica a la cual pertenecemos. Sumergirme en el mar es lo que he querido para evitar el tiempo estático de los puertos que se van consumiendo al igual que sus turistas. Nadie comprende nada en verdad; se sumergen bajo el agua sin ver el otro mundo que se les presenta; no lo ven porqu no quieren verlo. La idea es sumergirse lo más hondo que se pueda para traspasar el mundo que es ahora, el aburrimiento total de la comodidad. Quisiera aguantar más tiempo bajo el agua, para superar esta realidad y así concretar las ideas de mi potencialidad en un mundo donde el tiempo no envejezca tan rápido a sus víctimas.

viernes, 11 de enero de 2008

“El rockandroll es para siempre nuestra expresión de vida”


Me temblaron las rodillas y todo el cuerpo, cuando por un parlante gigante escuché ¡shake!; distraído de la gente, no supuse que ese sonido cambiaría todo para mí. Fue como si alguna fuerza extraordinaria me levantara y me tirara al cielo para tocar las nubes con un sólo impulso. Esa fue la primera vez que supe del rockandroll, hace muchos años atrás. De ahí en adelante las vibraciones consiguieron invadirme e reiteradas ocasiones, todas éstas provocadas por la presencia mágica de una certeza casi única en la música; ese poder electrizante que cada día crecía dentro mí como un reflejo espontáneo de la genialidad. Elvis rondó afuera de mi puerta más de una década, esperando entrar para cambiar mis perspectivas, pero no estaba preparado para escuchar algo tan magnífico. Jamás se alejó de mi puerta, y logró entrar unos años más tarde; fue como yo lo creía. Es que no podía ser de otro modo, cuando escuchas a Elvis es como traspasar cualquier barrera del tiempo, y esa vibración aumenta con cada canción y cada acorde. El rockandroll ha sido lo que más aprecio de la música, pero en ciertos momentos no estaba preparado para soportar tanto movimiento sonoro. Desde niño quise bailarlo y cantarlo tan fuerte como pudiera, y ese día llegaría. Así como el rockanroll de Elvis, también disfrutaba de lo que yo sentía como una vibración íntima, desgarradora que viajaba por toda mi corporalidad, cuando escuchaba en secreto a Camilo Sesto, Raphael y Buddy Richard. Los escuchaba en secreto porque era música de viejos que no comprendían nada. Sólo un niño y la magia espontánea de la música, era el mayor espectáculo de la vida. Cómo olvidar aquellos rituales, aquellos viajes por las canciones; cuando no tuve los casettes de aquellos grandes, los escuchaba en otras radios, y siempre mi cuerpo temblaba de emoción, de entusiasmo. Lo sabía en ese entonces, la música ha golpeado mis entrañas, para luego transmitirla a través de mi personalidad. No estaba preparado para lograr ese inmenso propósito. Entonces llegaron los Beatles. Con ellos creí que podría alcanzar la vibración del rockandroll y convertirme en uno de sus héroes. Viajé como nunca antes lo había hecho. Su influencia casi me consumió las ideas, y mantuve distancia, la necesaria para comprender toda su gran proeza. Entonces Lennon me acorraló, y a veces lo sigue haciendo para acobardarme y contarme el peso de la historia. A veces se apiada de mí, y ahí es cuando comprendo todo. Son los grandes a los que hay que escuchar con distancia, te consumen en su figura y te conviertes en su masa. Y junto a ellos están Buddy Holly, Carl Perkins, el gran Chuck Berry, y de pronto la vibración se convirtió en necesidad; de explicar, de entregar, de hacer vibrar a otros. Quise desde que escuché el ¡shake! En aquel baile de rockandroll en la escuela, ser lo que quisiera que el rockandroll fuera en esta vida. Desde ese momento el rockandroll sería mi expresión de vida, el resto es historia.