martes, 12 de febrero de 2008

"Voces"


Hay voces que me tranquilizan. Me adormecen esos particulares tonos de voces como agujas imaginarias en cada punto del cuerpo. Esas ondas sonoras tan nítidas como suaves; tan únicas como tímidas. Me tranquilizan esas voces. Sus conversaciones me toman por el cuello y me recuestan sobre sus palabras extrañamente encadenadas en un vaivén sonoro que desbarata. Parezco muerto, pero es sólo un estado placentero. Esas voces se expanden y logro escucharlas desde siempre como momentos impredecibles. Esas voces femeninas me hipnotizan con sus tonos particulares. Pierdo el sentido del tiempo y el significado de los objetos. Mis ojos se pierden en un mundo que desconozco. Mi garganta se seca, y mi respiración se tranquiliza. A veces siento una peculiar vibración en mi cabeza; los pelos se me erizan y casi siempre las piernas me tiritan. Nada de esto sucede cuando lo espero; nada de esto está planeado. Tan sólo al escuchar esas voces femeninas, mi cuerpo se tranquiliza. Las conversaciones más inusuales me provocan esa hipnosis; las palabras menos rebuscadas, los tonos menos esforzados, las mujeres menos pensadas.

La sonoridad de sus historias me transporta hacia el conjunto de imágenes que me alivian de una existencia rutinaria. Esas voces conforman la banda sonora de esas imágenes caleidoscópicas que llegan a mi mente. Entonces me tranquilizo, no me desespero con el aire seco de los ruidos del mundo. No puedo explicar lo qué sucede. Es tan sólo un estado de hipnosis que me saca del instante, para lanzarme a la multiplicidad de placeres. Es un placer extraño. Con esas voces puedo recordar detalles de escenas enigmáticas de otros placeres. Puedo ver cada letra y cada acorde que quiero impregnar en un pedazo de papel, que nunca llevo a cabo. Tu voz me hipnotiza y me hace escribir de estas ideas. Las voces suaves y nítidas me tranquilizan. Y aunque quisiera no puedo cómo sucede. Tan sólo hay voces que me tranquilizan.

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