lunes, 11 de febrero de 2008

"Sunshine quiero sunshine"




"Estrafalaria soy"


"Sunshine, quiero sunshine" - me susurras al oído como queriendo abarcar todo el cielo con un sólo suspiro, mientras yo te veo llegar un millón de veces más, y siempre para conseguir tu mejor actuación, que es mi obsesión. No te pido nada a cambio, y tú cuando quieres me lo quitas todo.

"Estrafalaria soy" - y no sabes cómo ni cuándo me quemarás el sol de mis ilusiones, con tus ojos y tu voz. Lo quemarás porque te impones sobre los corazones fragiles y desesperados, sobre las palabras agujereadas por el viento y la soledad. Por eso no tengo razones para odiarte, ni menos para olvidarte; es imposible olvidarte, porque permaneces intacta, para recordarme cuánto te odio y cuánto te deseo. Te lo digo una y otra vez, me basta creerte para disolverme en ti estrafalaria. Me pierdo en un vaivén sonoro cada vez más sonoro, hasta convertirse en canción, para declarar esta confusión. Podría morir por ti, si ya no quieres el sol de estos acordes. Podría vivir por ti, sin olvidar que me obsorbes con tus ojos estrafalaria.

Sufro con tu magia gitana; me desbaratas las palabras que he escrito en tu espalda con la punta de la lengua. Me asfixias. Tú eres estrafalaria por eso gritas Sunshine! cuando intento sumergirme en tus piernas.



"No me parece simple, Lizabell"


Te detienes en la esquina de San Diego con la Alameda, ahí donde venden los libros que nunca lees. Te quitas la niñez de la cara con el humo de un cigarrillo suelto. Comienzas a habalr de tus intrépidos sueños de fanática alucinada de banda chileno-mexicana, y tropiezas con la solera al llegar al otro extremo de la avenida.

Me torturas una y otra vez con aquellas imágenes de poema simbolista, y choco con un paradero donde te espero hace horas. No me parece simple lo que me planteas, más bien porque poseo una personalidad huidiza. Por eso he viajado por los poros de otra piel, mientras tú divagas a la orilla de tus pequeñas ideas. No me aferro a tus conciertos con tarros y luces, prefiero las melodías simples a la luz de un cigarrillo.

Te callas un momento para recordar que estas lejos de la felicidad que buscas. Ya no finges estar sola; antes lo estabas, pero fingías una sonrisa de niña malcriada. Hoy solamente gritas una canción que te gusta y luego agachas la cabeza. Lizabell, no me parece simple como van las cosas. Tra el teléfono te quito la soledad, y vuelves a ser la misma chiquilla triste y enrollada. No me parece simple, Lizabell.



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