viernes, 6 de junio de 2008

“Sangre de narices”


Esta es una historia de inciertos y maldiciones. Un problema hereditario quizás, o un karma sobre el espinazo. Remonta a una niñez de complicaciones inmediatas; un golpe, un grado más de calor, un pelotazo, un dedo juguetón hasta una mirada.
Desangramientos que marcaron una posición frente a la vida, la inseguridad frente al mundo. No se podía jugar con libertad; el miedo estaba ahí tras una gran montaña de sobreprotección. Esta historia de inciertos y maldiciones, da su inicio en una escuela básica, al menos es el primer antecedente que se tiene en mente.
El primer día de clases en una escuela cercana, el sol ardiendo sobre las infantes cabezas de Kinder junto a la tierra reseca de marzo complicando la escena. No recuerdo el golpe o la caída, pero los segundos pasaron y la sangre corrió por mi nariz hasta mi camisa celeste. Se me iba el alma en un chorro continuo, mientras la tierra suelta se impregnaba en mis pantalones grises. Me sacaron de la escuela, ese mismo día.
Tantos desangramientos no se pueden pasar por alto. Se hace necesario realizar un inventario de aquellas historias. He sangrado de narices en tantos lugares como momentos. Cuando quisieron sacarme una foto en año nuevo, tuve que correr hacia el baño para detener la sangre; más tarde me escondía con un tapón gigantesco de algodón en las narices. Cuando caminaba por el centro de una avenida sin confort ni papel en los bolsillos. Tragué sangre y escupí más en el suelo, mientras disimulaba con vergüenza entre la gente.
Un luchador que tiene su punto débil por delante, la nariz. Cada puño o bofetada ha sido letal; la sangre corre y pierdo la paciencia. He sangrado de narices en tantos lugares como momentos. En la micro, en el baño, en la sala de clases, arriba del cerro, acostado en mi cama, recostado en otras; con frío o con calor, en verano e invierno. Desnudo o abrigado hasta los ojos.
Cuando fornicaba con una mujer a la luz de una lámpara. No se percató de mi distracción mecánica; buscaba con que taparme para detener la sangre. Quizás las sábanas blancas o la almohada; con mis brazos o con los de ella. Pensé en sumergirme en una menstruación posible o cortarme las venas por el terror. Quise salir corriendo desnudo hacia un posible baño ocupado de una casa ajena; buscar un calcetín travieso o pedirle algún papel inservible a la damisela. Mucho tiempo de pérdida, la sangre ya habrá manchado nuestros cuerpos y no podríamos continuar la escena. Perdí la paciencia, decidí correr al baño de una casa ajena con el frío en los glúteos. Estaba desocupado. No supe qué decir o qué esperar. Vuelvo con un gigantesco tapón de confort en las narices. Ella se ha vestido y ha cambiado las sábanas. Me quedo desnudo a su lado. Ya lo superaremos, de alguna u otra forma. Me fumo un cigarrillo, y segundos después comienzo a sangrar. Ese fue el final de una relación sangrienta.

1 comentario:

borderline_ghost dijo...

aun te sangra la nariz? no has visto a algun doctor? tal vrz es un vaso sanguineo roto o muy a flor de piel que cuando el torrente sanguineo anda nas rapido (como cuando caminas rapido o tienes sexo) debe saturarse y abrirse mmm por eso te sale cuando estas nervioso...