domingo, 20 de abril de 2008

“A propósito del miedo”


No podía evitar sentir miedo, al pronunciar miedo en vez de medio, cuando iba a comprar el pan. Entonces cuando creía controlar ambos miedos, cruzaba la calle con una bolsa de plástico, entraba al negocio y pronunciaba mi pedido. La lengua se me trababa y lo miedos volvían, mientras la seriedad pálida del vendedor me contemplaba por encima del mostrador. Quizás por ser alemán, jamás me corrigió; eso pensaba siempre. No era broma, los miedos eran ciertos y no he podido sacármelos, ni siquiera los de la lengua.
Otra vez me encontraba en la misma esquina, donde solía quedarme minutos para quitarme los miedos; cuando creía superarlos, cruzaba la calle con una bolsa de plástico, y entraba al bazar para solicitar mi pedido. “no existe miedo de pan, ni a la harina” me decía el alemán. Volvía entonces lingüísticamente derrotado a la casa, con medio pan en la boca.
La última vez supuse derrotar a esos miedos tan extraños que me invadían. Me senté en esa misma esquina tenebrosa para controlar la situación de una vez por todas. Cuando creí dominar aquellos miedos, crucé por la calle con mi bolsa de plástico, y entré al bazar del alemán. Me miró consternado y se dispuso a buscar el pan. Antes lo alcancé de un grito y le dije: ¡me vende un Tiffanys! El alemán se volvió sobre sus firmes pasos y sonrió. Esa pálida seriedad había desaparecido junto con mis miedos; el del estómago y el de la lengua. Al parecer los había superado. Entonces me di cuenta que era preciso superar otro miedo, el de la bolsa vacía llegando a casa.

1 comentario:

Natalia Molina dijo...

oye que bueno esto... rodrigo te felicito me senti otra vez como cuando compraba chocolates de a 5 en el negocio del barrio,
Natalia